La mujer y el dracma perdido

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8 »¿O qué mujer, si tiene diez monedas [δραχμή – drachmē] y pierde una de ellas [δραχμή – drachmē], no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con cuidado la moneda, hasta encontrarla? 9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la moneda que se me había perdido!” 10 Yo les digo a ustedes que el mismo gozo hay delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.» Lucas 15:8-10 (RVC)

En esta parábola tenemos siete personajes. La mujer, las monedas como grupo de nueve, la moneda que se perdió, las amigas de la mujer, sus vecinas, los ángeles del cielo y nuestro Dios. En el griego la palabra “monedas” [δραχμή – drachmē] o dracmas significan monedas de plata el cual tenían el mismo peso a los denarios Romanos. Esto nos enseña que la mujer no era alguien marginada o pobre, sino al contrario, es una mujer que está bien económicamente. Podemos también notar que tiene una casa y su círculo de amigas. Esta parábola nos confirma lo que en otras fuentes se puede también comparar que, en el primer siglo, las mujeres tenían acceso a sus propios fondos y raramente las mujeres en la comunidad judía eran pobres. Podemos ver que el ministerio de Jesus fue apoyado económicamente por mujeres como Maria Magdalena, Juana y Susana (Lucas 8:1-3). También Marcos 5:26 y Lucas 8:43 nos habla de mujeres que gastaron su fortuna en médicos tratando de mejorar su salud. Las mujeres eran parte del ministerio de Jesus. Esto es muy importante porque nos muestra que Jesus no era excluyente de ellas.

La parábola nos da las etapas de perdida, búsqueda, encontrado y alegría. Así como el rebaño del pastor está incompleto sin la oveja que se perdió (Lucas 15:1-7). Así también la colección de monedas está incompleta con nueve. La mujer invita a sus amigas y vecinas a alegrarse con ella ya que encontró la moneda que había perdido. Aunque esto parece algo extraño ya que no conozco a alguien que haga una celebración porque encontró una moneda. Esta no es cualquier moneda, es un dracma, es una moneda de plata de mucho valor. Es muy probable que la mujer tuvo que haber contado las monedas para darse cuenta de que le falta una. Igual que en la parábola de la oveja perdida, si tienes un grupo de 10 monedas no sabrás si falta una, a menos que las cuentes. La misma urgencia que tuvo el pastor en ir tras la oveja que se había perdido, también la tuvo esta mujer una vez que se dio cuenta que faltaba una de sus monedas. Ambos experimentan gozo al encontrar lo que se les había perdido. Hay un cambio significativo entre una parábola y la otra en la frase “he encontrado la [oveja o moneda] que se me había perdido”. Ambas usan la palabra en griego [ἀπόλλυμι – apollymi] para decir “se me había perdido”, más sin embargo usan una palabra diferente antes de apollymi. En el caso de la oveja se usa [ὁ – ho] el cual es un artículo y en el caso de la moneda se usa [ὅς – hos] que es un pronombre. Si este es el caso podríamos decir que su interpretación cambiaria de esta forma:

  • Parábola de la oveja: “he encontrado mi oveja la que se había perdido”
  • Parábola de la moneda: “he encontrado la moneda que se me había perdido”

En el caso del pastor parece ser que no toma responsabilidad de que la oveja se había perdido ya que dijo como vimos anteriormente “la que se había perdido” mientras que la mujer toma responsabilidad diciendo “que se me había perdido”. Si este es el caso, Entonces podemos concluir que todos nos alegramos cuando encontramos algo que se pierde especialmente cuando eso, o él, o ella, es de mucho valor, pero esta es la siguiente pregunta ¿reconocemos nuestra responsabilidad? de que al final fuimos nosotros los que perdimos eso, o ella, o a él, desde el principio. Jesus nos llama a tomar nuestra responsabilidad y no echarle la culpa a la situación o a los demás de aquello que al final Dios nos ha confiado.

La mujer es quien pierde la moneda, después la encontró y después celebro. Ella al igual que el pastor tuvieron un problema y fueron a arreglarlo. Recuerdo la película “corazón valiente” cuando Mel Gibson interpretando William Wallace estaba pequeño y su padre había muerto, después su tío llego a llevárselo con él. En una de las pláticas que tuvo, el tío se dio cuenta que el pequeño William no sabía latín, su tío le dijo “tenemos que resolver eso”. Muchos años después regresa a su casa y vuelve a ver a la que llegaría a ser su esposa y William se dio cuenta que ella no sabía leer, él le dijo “tenemos que resolver eso”.

Si incluimos en nuestro estudio a la parábola del hijo perdido en Lucas 15 pareciese ser que nuestro Señor Jesucristo dijo estas parábolas como un grupo de tres, ya que parecen estar conectadas de diversas maneras. Las tres tienen los personajes que son responsables y al mismo tiempo los tres han perdido algo. Debemos notar que las cantidades interpretadas van disminuyendo, primero eran 100 ovejas, después 10 monedas hasta llegar a 2 hermanos. En la parábola del hijo perdido al final nos damos cuenta de que el hijo perdido era el mayor no el menor, aunque comienza dándonos la perspectiva de que el menor es el que estaba perdido.  Reflexionemos en esto, el pastor se da cuenta que de 100 ovejas falta una, la mujer llega a darse cuenta de que de 10 monedas una se le había perdido, pero el padre que solo tiene dos hijos no se dio cuenta de que realmente el que estaba perdido era el hijo mayor. En las dos primeras parábolas el pastor y la mujer van tras la búsqueda de manera diligente. En la tercera parábola, el padre no vas tras la búsqueda de su hijo menor más bien al final de la historia parece ser que el padre estuvo en la búsqueda del mayor y en espera del regreso del menor. Al final la parábola del hijo prodigo termina con dos hombres en el campo, uno buscando, ayudando al otro a volver en sí. En la primera parábola el pastor no toma responsabilidad de la perdida de la oveja, en la segunda la mujer toma su responsabilidad al perder la moneda y en la tercera parábola el padre parece ser que no se da cuenta de que el hijo que en realidad estaba perdido lo tenía justo frente a él. Las primeras dos parábolas tienen un final feliz, más sin embargo la tercera nos deja con una historia con dos hombres en el campo, entonces ¿Qué haremos? ¿Tomaremos responsabilidad? ¿Nos daremos cuenta de quien está realmente perdido? ¿Iremos tras aquello que se perdió en nosotros? la enseñanza y el desafío no han terminado.

Lic. David Pineda

 


Referencias bibliográficas: Libro “Historias cortas por Jesus” por Amy-Jill Levine; Blue Letter Bible (Traducciones al Griego); Bible Gateway


 

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